(Elpidio Lamela)
El apego es una condición de
la materia sensible o subsensible.
Se practica indistintamente entre
sujeto y objeto como entre sujetos
pares.
(El sujeto puede no reconocerse par
y ser objeto de algún apego)
Hay quienes sostienen que el apego
puede evolucionar en sentimiento.
Asimismo, existe la opinión contraria:
El sentimiento sería lo que evoluciona
hacia el apego.
Otros entienden que no hay evolución,
el apego es, en sí mismo un sentimiento
y no le debe nada a otros.
II
Los contornos son borrosos; lo que lleva
a confundir el apego con el amor:
Las opiniones e interpretaciones suelen estar
contaminadas por lo emotivo, es difícil
separar la paja del trigo.
No son lo mismo, aunque comparten
funciones, prestaciones, o hasta el mismo
lugar. Hay matices.
Lo que define al apego, es su carácter
condicional: responde a intereses y necesidades
que pueden ser tan dudosos como efímeros:
El apego se apaga, tiene una duración.
A diferencia del amor, que se desvanece junto
al interés y declina con el deseo.
El objeto de apego suele ser reemplazado
sin dificultad. En tanto, en el amor pueden
surgir dificultades en la reposición.
III
Otra confusión común, proviene de esa
asociación del amor a la pasión, como si
se tratara de algo excluyente.
Cuando sabemos que es propio de la naturaleza
humana apasionarse con cualquier cosa:
las carreras, el deporte, el ajedrez, el arte…
El arte, es en buena medida responsable
de este despropósito, al tomarlo como recurso
para la emisión de cantidades de poemas y
canciones de amor y otros desaguisados:
Lo que redunda en la proliferación de
metáforas dudosas, que no es necesario
reproducir aquí, ni en cualquier parte:
¿El amor sana, cura, redime, purifica?
¿El amor salva vidas?
Sí, a algunos autores, cantautores los salvó,
en términos económicos: Hay un apego a
esa cosa fácil y empalagosa, que montada
sobre una melodía pegadiza y un ritmo
banal y monótono puede despertar pasiones
tan masivas como dudosas.
IV
No sabemos qué es el amor, pero hay un
apego a este significante, acaso del mismo
modo que nos atrae lo desconocido:
Amamos el apego, si algo amamos.
El amor al pago es un buen ejemplo:
El pago, la querencia, son vocablos que
remiten a un lugar de pertenencia, un
origen siempre azaroso:
Se nace en un lugar, como podría haber
sido en cualquier otro, mejor o peor, por
completo ajeno a la propia elección o
decisión.
¿Hablamos de amor?
Identificación, costumbre, afinidad, empatía
pueden estar presentes en el amor, sin duda,
pero son apego. No es lo mismo, algo falta.
¿Qué le falta al apego? ¿El riesgo, la aventura?
¿Siempre se vuelve al primer amor?
¿Se vuelve como volvemos a escuchar
el tango Volver?
El pago es el pasado, es dudoso querer volver
y más dudoso que se pueda:
No se puede, nadie vuelve; no hay riesgo ni
aventura.
Nunca volveré al pago.
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