sábado, 19 de agosto de 2023

El arte de aparear

 

(Elpidio Lamela)

 

El apego es una condición de

la materia sensible o subsensible.


Se practica indistintamente entre

sujeto y objeto como entre sujetos

pares.


(El sujeto puede no reconocerse par

y ser objeto de algún apego)


Hay quienes sostienen que el apego

puede evolucionar en sentimiento.


Asimismo, existe la opinión contraria:

El sentimiento sería lo que evoluciona

hacia el apego.


Otros entienden que no hay evolución,

el apego es, en sí mismo un sentimiento

y no le debe nada a otros.



II

Los contornos son borrosos; lo que lleva

a confundir el apego con el amor:


Las opiniones e interpretaciones suelen estar

contaminadas por lo emotivo, es difícil

separar la paja del trigo.


No son lo mismo, aunque comparten

funciones, prestaciones, o hasta el mismo

lugar. Hay matices.


Lo que define al apego, es su carácter

condicional: responde a intereses y necesidades

que pueden ser tan dudosos como efímeros:


El apego se apaga, tiene una duración.

A diferencia del amor, que se desvanece junto

al interés y declina con el deseo.


El objeto de apego suele ser reemplazado

sin dificultad. En tanto, en el amor pueden

surgir dificultades en la reposición.


III

Otra confusión común, proviene de esa

asociación del amor a la pasión, como si

se tratara de algo excluyente.


Cuando sabemos que es propio de la naturaleza

humana apasionarse con cualquier cosa:

las carreras, el deporte, el ajedrez, el arte…


El arte, es en buena medida responsable

de este despropósito, al tomarlo como recurso

para la emisión de cantidades de poemas y

canciones de amor y otros desaguisados:


Lo que redunda en la proliferación de

metáforas dudosas, que no es necesario

reproducir aquí, ni en cualquier parte:


¿El amor sana, cura, redime, purifica?

¿El amor salva vidas?


Sí, a algunos autores, cantautores los salvó,

en términos económicos: Hay un apego a

esa cosa fácil y empalagosa, que montada

sobre una melodía pegadiza y un ritmo

banal y monótono puede despertar pasiones

tan masivas como dudosas.


IV

No sabemos qué es el amor, pero hay un

apego a este significante, acaso del mismo

modo que nos atrae lo desconocido:


Amamos el apego, si algo amamos.

El amor al pago es un buen ejemplo:


El pago, la querencia, son vocablos que

remiten a un lugar de pertenencia, un

origen siempre azaroso:


Se nace en un lugar, como podría haber

sido en cualquier otro, mejor o peor, por

completo ajeno a la propia elección o

decisión.


¿Hablamos de amor?


Identificación, costumbre, afinidad, empatía

pueden estar presentes en el amor, sin duda,

pero son apego. No es lo mismo, algo falta.


¿Qué le falta al apego? ¿El riesgo, la aventura?


¿Siempre se vuelve al primer amor?

¿Se vuelve como volvemos a escuchar

el tango Volver?


El pago es el pasado, es dudoso querer volver

y más dudoso que se pueda:


No se puede, nadie vuelve; no hay riesgo ni

aventura.


Nunca volveré al pago.




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