(Carlos Inquilino)
El hombre es una animal creativo
por naturaleza. A lo largo de la Historia
nunca ha dejado de crear e inventar juegos
y deportes, que redundaran en la multiplicación
de oportunidades de expansión para su espíritu
inquieto.
Tampoco ha dejado nunca de expandirse
y multiplicarse, generando las condiciones
para expandir su capacidad creativa.
Insatisfecho por naturaleza, va en busca de
nuevas emociones y desafíos que justifiquen
su aventura, la aventura de vivir y liderar la
evolución de la vida en el planeta.
Algunos deportes fracasaron, como la carrera
de embolsados. Pero el fracaso es siempre un
estímulo y un desafío para el jugador nato.
Él no se resigna con facilidad, va por más y
emprende aventuras de mayor envergadura.
El deporte es mucho mas que un juego:
Promueve la competencia, que no sólo
provee sentido a la vida, sino que impulsa
y determina el sesgo evolutivo.
Los dioses más conspicuos nunca fueron
ajenos al Deporte y la sana competencia:
Hay juegos que pertenecen a la categoría
divina y están íntimamente vinculados
a la Creación.
Entre animales humanos, la creación es
un juego, a la vez que un acto de fe.
Preferimos los juegos creativos, que
desarrollan la imaginación y otras
capacidades.
Todos somos capaces de crear algo inútil,
aunque reconocemos que el talento es obra
de Dios.
Pero gozamos de libertad para la práctica de
los diversos juegos y actividades deportivas.
Se aprende mucho de las disciplinas deportivas
y los juegos. Sabemos que toda actividad
humana es tributaria del libre juego de la
oferta y la demanda.
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