(Senecio Loserman)
Nunca fui una buena compañía,
lo tenía claro
y prefería no rodearme mucho,
por pura conciencia solidaria.
A veces, no se puede evitar y
nos vemos rodeados de dudas;
no siempre se puede elegir
lo que nos rodea, ni despejar las
dudas:
Hay que saber rodearse.
De lo contrario, conviene permanecer
ajeno: mejor solo que mal acompañado.
Pero eso tiene un costo social, y ya hay
suficientes costos sociales rodeándonos
y merodeándonos:
Es difícil no estar acompañado, aunque
es más difícil no estar mal acompañado.
Tampoco es cuestión de bajar pretensiones
y contentarse con compañías dudosas:
Hay quienes son capaces de aparearse
con cualquier cosa
para sentirse acompañados en algún
momento.
Conviene dudar de cualquier compañía
que no parezca segura. Yo siempre tuve
mis pretensiones, no eran muchas:
Tenía claro no ser una buena compañía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario