(Amílcar Ámbanos)
La noche circula con normalidad
en esta casa. Fuera de eso, no puedo
afirmar nada: cada casa es un mundo
y a cada mundo le cabe su noche.
Ella no es propiedad de nadie. No
tiene dueño la noche, se puede afirmar.
No hay muchas cosas sin dueño
en nuestro pequeño mundo; tal vez,
ni nuestra casa sea nuestra, aunque
sea algo habitable y más o menos
apacible que otras, en este mundo con
tantas propiedades y dueños y que
quizás tampoco sea tan nuestro.
Podemos afirmar que circulamos,
mientras la noche se apodera de los cuerpos,
apacigua los ánimos y provee calma a las
almas, preparándolas para la actividad del
día.
La noche circula con normalidad
en esta casa, entre nuestros hábitos activos
y pasivos.
Sabemos que todo acabará algún día
y procuramos aprovechar las propiedades
de la noche.
Cada uno es dueño de su sueño, aunque
ninguno está libre de repetirlo.
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