(Amílcar Ámbanos)
Tengo un ardid
en el ropero.
Está seguro, intacto,
nunca fue usado.
No tengo apuro
en probarlo,
pero confío:
será útil cuando sea necesario.
Tenerlo a buen resguardo
me asegura una parte del
futuro: Nunca se sabe
cuando necesitaremos qué.
Ahora estoy seguro,
mañana no sé, el futuro puede
deparar otras necesidades.
Hay que estar preparado para
todo: tanto lo previsible como lo
imponderable y lo desconocido.
La realidad es cambiante, amorfa
y asonante. Tal vez mañana
sonría la fortuna, o todo arda y
también mi ardid y otros mejores.
Tendría que buscar una coartada
para cuando sea demasiado tarde.
No hay comentarios:
Publicar un comentario