(Ricardo Mansoler)
¿Cuántas mentiras hacen falta
para producir una verdad?
Se barajan números de cifras.
Cuarenta, según un antiguo
proverbio oriental que cita Girri,
un poeta bastante riguroso como
para ponerlo en duda.
Cuarenta, tal vez suene excesivo,
además, él usa la cita para jugar
con el desarrollo de posibilidades
(El rigor, hasta en los más racionales
de los poetas, es tributario del juego)
Las posibilidades no son infinitas,
pero todo puede ser posible en un
poema; incluso la aparición de una
verdad (aunque nadie la perciba ni
valore como tal)
Es natural, la libertad del ejercicio
poético permite que todo sea posible:
Es poesía, el único lugar donde se
puede decirlo todo, aunque no se
tenga nada que decir.
Los poetas podrían salvar el mundo,
o cambiarlo al menos. Pero no pueden
por el mismo motivo: Nadie toma en
serio a quien es capaz de decir cualquier
cosa.
¿Es cuarenta un número excesivo?
¿Qué diferencia a los números naturales
de los excesivos?
Los poemas nunca dan respuestas,
en el mejor de los casos, agregan
preguntas que casi nunca son nuevas.
¿Qué hay de nuevo?
En verdad poco o nada, pero es necesario
renovar la ilusión. El poema se reconoce
parte del sistema de ilusiones, desde su lugar
insignificante en la cadena de producción.
¿Cuántas verdades surgen de un exceso
simple o compuesto?
¿Cuarenta?
Volviendo a la pregunta inicial,
ésta contiene una falacia, que tal vez
no haya sido detectada por el lector
no iniciado:
Las verdades no se producen, ni se
obtienen. Están y son, más allá del
modo en que uno llegue a ellas y su
posible utilidad.
Las falacias, sin embargo, son un buen
recurso para producir poemas, y otras
cosas mucho peores.
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