sábado, 6 de agosto de 2022

Cifras actualizadas

 

(Onésimo Evans)

 

Los números vencieron,

caducaron ¿colapsaron?


No pregunto cuántos son,

respondería: no cuento con

el tiempo para el conteo

definitivo.


Tengo otras cuentas que llevar.


¿Cuántos vencimientos tienen

lugar hoy?


Hay una cantidad imprecisa

de cifras objetivas, pero todos

los guarismos son moneda de

cambio.


Es difícil ocultar una cifra

abultada, hay que tener paciencia

y esperar la declinación natural,

todo cae, caduca y vence.

 

 

II

Mientras contamos los dígitos

los números cambiaron: hay

que ajustar y actualizar los

códigos.


Hay números exactos y correctos,

hay ciencias naturales y artificiales:

(aquellas son más antiguas, pero

éstas más precisas)


No hace falta enumerar ni precisar

el número de veces que puede

repetirse una voz en un discurso

poético, político, rítmico o apócrifo.


Hay un número copioso de poemas

que circulan o vacilan, en proporción

directa al número de almas que necesitan

editar y emitir las fórmulas que adopta

su vacilación temporal en el espacio.


Todas las fórmulas posibles, existen en

el tiempo y tienen su vencimiento, que

puede extenderse más o menos, dentro

de el orden modesto de nuestra condición

efímera.


Hubo un tiempo, en que algunos filósofos

privilegiaban el reino de los números, como

Pitágoras. Parecía auspicioso pitagorizar

la vida, cultivando la música, los números

y el amor a la Naturaleza como valores

esenciales.


Pero el tiempo no lo acompañó, los valores

declinan, se vencen y son reemplazados.

La música es un arte complejo, los números

son algo tan abstracto como inasible, y el

amor no dura, en condiciones naturales.

 

 

III

El amor a los números puede prevenirse,

como cualquier virus procedente de

ultramar, pero nadie desea quedarse quieto.


Hay un número de estímulos suficiente

para amar el movimiento, incluso el

repetitivo. No confiamos en la estabilidad;

hay que circular, es la única forma de dejar

alguna huella, aunque sea ilusoria, irrisoria

y descartable.


Todos los destinos se cifran en un número,

sólo hay que averiguarlo, antes de su

vencimiento.


Nos enamoramos un número de veces, con

resultados diversos; después ya no.

Si la cifra coincide con la cantidad de

frustraciones, habrá que sospechar de ese

número.


Más allá de la importancia capital de los

números, no conviene aferrarse mucho a

ninguno: Es mejor diversificar la apuesta.


Hay quienes después de recurrentes fracasos

hacen números, y deciden no arriesgar más

e ir a lo seguro: los números no mienten,

verifican y vuelcan su amor en los guarismos.


Es una opción, hay que tener cuidado con los

irracionales, cuyo vencimiento puede exceder

los plazos razonables.

 

 


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