(Abel A. Borda)
El protagonismo es lo de menos,
dijo el agonista sin desmedro
y sin alterar la producción
de endorfinas y otras hormonas
positivas.
Cualquiera puede protagonizar
casi todo, sin saberlo y sin
siquiera proponérselo.
Nunca tuve fe en lo que combatía,
pero a pesar de las dudas, nunca
abandoné mi puesto:
No me moví, ni pienso.
Los movimientos van y vienen.
No es necesario moverse para pensar,
por el contrario: es más difícil
mantener la posición que avanzar
en un sentido u otro.
La vida es resistencia,
las corrientes arrastran al que se
abandona sin oponer resistencia.
Si no rechazara el protagonismo
podría haber sido un buen combatiente
y tampoco estaría aquí.
No soy un luchador, sólo me moviliza
la duda, que carece de valor de cambio
y nunca pretendí imponer a otros.
El centro de la acción, es para los
que necesitan lucirse, atraer miradas,
voluntades y deseos.
Nunca me cegaron las luces del
centro, soy un hombre suburbano
que se reconoce ajeno.
El protagonismo es lo de menos,
la voluntad individual de un animal humano
tiene una trazabilidad equiparable a la de
cualquier gusano.
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