(Ricardo Mansoler)
El ojo del picaporte
me mira por la mirilla.
No hay portero (puerta abierta
para quien aporta) ni vecinos.
Cada vecino confía en su picaporte,
en su puerta y en las vueltas dadas
de su llave.
El picaporte no descansa; siempre
despierto, observa las vueltas de
la vida en circulación.
Me ve llegar, sin novedad
en un abrircerrar sin inmutarse:
sin parpadear, sabe conservar
su lugar.
No importa la hora, me recibe sin
efusión, con la resignación de la
costumbre:
Conoce mis vueltas como un cómplice,
un amigo, un compañero.
Se sabe necesario para el sueño y
la vigilia de mis ojos cansados
de mirar sin ver.
Una lubricación periódica, prolonga
la vida del picaporte y sus partes
íntimas.
El picaporte es un pasaporte
a la seguridad: Confiamos en sus vueltas
y en los movimientos repetitivos.
La seguridad es esencial para el descanso:
Lo único seguro son los sueños.
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