(Aparicio Custom)
La pera es áspera y tentadora,
pero es gozosa cuando madura,
como la razón de mi vida
que no espera.
Dijo Bolívar a Artigas
que también tenía razón,
cuando llegó San Martín
a vuelo de chancho:
¡La Historia no espera!
Proclamó a los cuatro vientos
al tiempo que se confundían
los cuatro en un abrazo fraterno,
solidario, continental y liberador
de sueños y endorfinas nativas
y latinoamericanas.
Somos el futuro,
el destino de un continente y sus
pueblos está en nuestras manos
y sus respectivas espadas.
(El chancho se miró, y comprobó
que no tenía ninguna)
II
Es la hora de la verdad:
En el futuro seremos acreedores
de una deuda histórica y eterna
en reconocimiento a nuestra gesta
gloriosa.
¡Ni esclavitud ni dependencia!
¡Seamos libres, lo demás no importa
nada!
¡Son ellos o nosotros!
Ellos dicen lo mismo, me contó un
compañero infiltrado. Podríamos
acordar una salida negociada.
Terció el mamífero cuadrúpedo.
Es inútil, dijo Artigas que volvía a tener
razón: los orientales siempre desconfiamos
del antiespecismo, hay especies que no sirven
ni para conspirar. No hay que darles más lugar
que el que se merecen: es tirarle margaritas a los
chanchos.
III
¡No se confunda, compañero! Dijo
el Padre de la Patria Grande en gestación.
El chancho no es sólo comida
o compañía; también puede ser
conducción:
¿Sabía que gracias a su olfato
altamente desarrollado, esta criatura
sirve para detectar y cosechar trufas?
Las trufas son carísimas, asintió Bolívar
que también tenía razón.
-Sí, pero al chancho lo alimentamos con
cualquier cosa, si está bien educado. Ahí
está el negocio:
La educación es la mejor inversión.
(Acordaron los cuatro, y en un pacto
soberano quedó sellada la unidad
latinoamericana)
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