(Aquino Lamas)
Ayer llovió, no me lo contaron:
yo lo ví y lo viví en simultáneo.
Ayer llovió, es probable que vuelva
a llover un día de éstos.
¿Viviremos para verlo y verificarlo?
Hay verdades que no se verifican.
Vivir es ver volver, decía Azorín.
(No soy un gran lector de Azorín,
tampoco un gran lector; sólo registro
esa frase y la suelo citar con cierta
recurrencia: como la lluvia)
No siempre llueve, ni todos los días
de lluvia son iguales, ni idénticos.
Tampoco la lluvia es la misma, aunque
una lluvia genérica está definida por
la repetición.
Hay días que amenazan lluvia
y pasan como si nada, en seco
y contraviniendo los mejores
pronósticos:
No es para alarmarse ni azorarse,
los pronosticadores no se amilanan:
Ya lloverá, otra vez será.
No fallan: la lluvia siempre vuelve.
En el futuro, habrá nuevas lluvias
de distinta intensidad, duración y
sentido: Los pronosticadores del
tiempo, siempre disponen de otra
oportunidad.
Hay lluvias copiosas, esporádicas,
aisladas, intermitentes e imprevisibles:
Todo lo previsible puede fallar; las
amenazas no siempre se cumplen, al
igual que los pronósticos.
Pero la vida está llena de amenazas,
a la ida y a la vuelta y la lluvia
es finita, aunque se vea copiosa:
Siempre que llovió paró.
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