(Aquino Lamas)
Llueve.
Todos esperábamos la lluvia,
o casi todos; generalizar siempre
es riesgoso: en otra parte, pueden
estar esperando que pare de llover.
Siempre hay otros que esperan otra
cosa. o casi siempre.
Siempre que llovió paró
por lo que sabemos
la lluvia es agua que se condensa
en la atmósfera y luego cae a
repetición.
Los ciclos se repiten, dando lugar
a una continuidad que percibimos
y aceptamos como natural.
Siempre que llovió paró,
solemos repetir, aplicando esta sentencia
cíclica de la sabiduría popular a diversos
ámbitos, con una convicción superior a
cualquier pronóstico.
II
Pero las verdades no suelen ser eternas,
ni aún las provenientes de la sabiduría
popular.
Alguna vez podría no parar de llover
y es posible que siguiéramos repitiendo
siempre que llovió paró.
Después de varios meses, surgirán algunas
explicaciones razonables:
el cambio climático, fenómenos naturales,
hay regiones donde es normal que llueva
la mitad del año, no es para alarmarse; hay
que esperar: Siempre que llovió paró.
Luego, habrá opiniones encontradas, a
favor y en contra de la lluvia:
Es una oportunidad, hay que extraerle
utilidad y aprovecharla como recurso
para agregarle valor y seguir creciendo.
No, es un contratiempo que posterga
la lluvia de inversiones que iba a llegar.
El agua vale más que el oro, seguirá
insistiendo algún trasnochado…
III
Más tarde, alguna mente sensata
cuestionará la validez de la frase acuñada
y repetida: No seamos necios, no podemos
seguir repitiendo eso; hay que cambiar algo.
Enseguida brotarán seguidores: los más
moderados propondrán un cambio menor,
que casi no se note, para que todo siga igual:
Casi siempre que llovió, paró.
Los suscriptores de un cambio radical, por
el contrario, opondrán su fórmula:
Hasta ahora, siempre que llovió paró, Ahora
no: Ahora es cuando.
Mientras que los escépticos crónicos, fieles
a su filosofía disolvente y decadente,
observarán con un dejo de ironía desde su
isla ontológica:
No tenemos la más puta idea de cuando va
a parar. Por ahora adherimos al paro indefinido
por tiempo indeterminado hasta que cambien
los tiempos y salga el sol. No hay mucho que
esperar, aunque nunca lo hubo:
No hay nada nuevo bajo la lluvia, quien quiera
nadar que nade, no presentaremos batalla
hasta después del mal tiempo.
Escolio:
La frase en cuestión, resulta absurda aunque
la lluvia pare y todo siga repitiéndose como
hasta ahora.
Lo prueba el solo hecho de que mantiene su
validez cuando se invierten los términos:
Siempre que paró volvió a llover,
tan irrefutable como la otra.
En conclusión: Hay que desconfiar de este
tipo de frases, como de la sabiduría popular
y de todo lo que se repite.
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