(Senecio Loserman)
Dudaba entre una planta aromática
y una inodora; entre una planta de
interior o una para la intemperie:
No dispongo de mucha intemperie.
Dudaba entre una planta ornamental
y una comestible, entre una planta de
estación o una perenne.
Dudaba entre una siempreviva
y una efímera, entre una trepadora
o una rastrera o bien, alguna más
sedentaria.
Dudaba entre una planta con flor
o una que se sepa que no florece:
las flores son vistosas, pero pueden
atraer insectos indeseables.
Además, después de florecer
casi todas declinan y hay que
reemplazarlas.
Algunas no dan flor, pero se reproducen
como locas, empiezan a emitir hijos
y no hay maceta que aguante.
Mejor una que no se reproduzca
y se mantenga siempre igual,
sin requerir muchos cuidados: Pensé
luego de superar las dudas precedentes.
La planta artificial reúne esas condiciones,
pero ya tuve y se me murió.
Las plantas tuberosas son vistosas
y apacibles, pero bastante delicadas
salvo la batata que trae mala suerte.
Y no me gusta la palabra tuberosa.
Me ofrecieron una carnívora
que me pareció atractiva, pero soy
vegano y ni pienso en andar comprando
carne para ella: Las carnicerías me
producen más rechazo que la carne…
Al final, después de descartar otras
opciones, me dejé seducir por una
planta omnívora:
Se arregla con cualquier cosa, no
le hace asco a nada y es muy compañera,
me dijo el titular del vivero.
Y en voz más baja, casi imperceptible,
agregó: casi como nosotros.
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