(Ricardo Mansoler)
La felicidad cabe en un cuerpo.
Todos los cuerpos son bellos
desde una percepción feliz:
No hace falta que la belleza sea
reconocida, para que sea.
Un poema es triste como objeto,
aunque su cuerpo refleje
cierta belleza.
La forma puede ser más bella
de lo que contiene.
Y puede llegar a feliz término
en alguno de los sentidos conocidos
(No se conocen todos los sentidos
de un poema; podría haber otros)
Producir sentido, denota una relación
feliz con la palabra, pero no es suficiente
para incorporar al poema al mundo feliz,
ni para que sea el poema.
Lo que se espera del poema
es lo que siempre falta.
Gracias a eso, circulan los poemas buenos
y malos, tanto como los aceptables.
II
La felicidad es un cuerpo,
podría aventurar si fuera un poema
acabado.
Aunque incompleto: un cuerpo
que nunca es el mismo
sería más feliz.
Pero el poema no puede ser feliz,
es un cuerpo con límites definidos
y siempre supo que la felicidad,
si existiera, estaría afuera.
Podría ser un cuerpo redondeado,
sin aristas:
Una esfera, está hecha de círculos
felices que redundan en todas
nuestras dimensiones.
¿Qué se espera de una esfera,
habiendo alcanzado toda la perfección
que se puede pedir y percibir?
Nada, hacia ahí nada el poema
a sabiendas que la carne es triste
y los cuerpos se marchitan sin
haber leído casi nada.
Nadie descubre nada adentro de un poema.
Puede que haya cuerpos bellos, tristes
y felices: condiciones temporales que
no duran mucho más que el poema.
El poema es triste, porque nace
de una renuncia a la vida,
o a una parte de ella: a una esfera.
Pessoa lo advirtió hace tiempo,
sin dejar de hacer poemas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario