(Aquino Lamas)
Un día como hoy
llovió, otros no.
No hay días iguales
ni idénticos; en cambio,
hay recursos retóricos
para igualar:
Un día como hoy
pasó de todo, a diferencia
de hoy que llovió un poco
y paró…
Sin embargo, obtenemos la
equivalencia con la frase
mágica y logramos que los
días tengan todos el mismo
valor, o equivalente.
(Un logro bastante valorable:
sin equivalencia no hay intercambio)
Luego, el emisor dispone de una
libertad como ésta para agregar tanto
valor como desée al día indicado más
arriba (los días no difieren mucho)
Averiguar el valor de un día
cualquiera, hoy resulta bastante fácil.
Un día como hoy
se pudo establecer el valor del día.
Después llovió y hubo otros días
que pasaban en el mismo sentido,
pero el día había sido puesto en
valor y desde entonces eran todos
intercambiables:
Pudimos mantener el valor.
A partir de ese día, (un día como hoy)
entendimos que, lloviera o no, había
que defender los valores, algo esencial
para mantener un intercambio sano.
Después llovió, pero siempre que llovió
paró.
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