(Epifanio Weber)
Vamos hacia un mundo
cada vez más desigual:
desigualdad no significa injusticia.
No existe un criterio único para
determinar qué es lo justo, y la
percepción del concepto está
limitada al orden de lo subjetivo.
Somos conscientes: el mundo será
aún más desigual, más allá de toda
decisión y voluntad de sus sujetos.
El desarrollo alcanzado en la producción
de conocimiento, nos otorga una conciencia
superior, capaz de acotar con precisión
los campos de incidencia de todas las
actividades en curso, las del pasado y
las que nos esperan en el futuro, así como
el consecuente impacto humano.
La conciencia superior está tranquila, sin
conflictos relevantes que resolver:
La desigualdad, sabemos, es constitutiva
de la especie: no nos parecemos a ninguna,
ni tenemos competencia.
Luego, la evolución nos eligió: Nadie
puede sentir culpas por obedecer los
mandatos evolutivos, no habiendo otra
opción posible; nuestra libertad tiene
un límite.
A pesar de todo, no nos resignamos
y confiamos en la inteligencia artificial,
un recurso inestimable para alcanzar
nuestro destino superior:
Todavía queda bastante por conquistar
y tenemos las respuestas tecnológicas
adecuadas.
La desigualdad no tendría por qué ser
un obstáculo para alcanzar nuestras metas.
La Historia la hacemos entre todos:
Justos e injustos, semejantes y diferentes,
víctimas y victimarios, activos y pasivos,
útiles e inútiles.
Los inteligentes buscan soluciones,
sólo los inútiles buscan culpables.
No hay comentarios:
Publicar un comentario