(Aparicio Custom)
La sabiduría popular suele ser arbitraria,
podemos consensuar, pero ¿qué no lo es?
Quien esté en condiciones de arrojar la
primera piedra, que de un paso adelante.
Yo paso.
“Las mujeres van y vienen; un amigo es
para toda la vida”
Más allá de los argumentos a favor
y en contra de esta verdad que debemos
a la tradición oral, surge una pregunta:
¿Y los enemigos?
Creemos que si algo merece el enemigo,
es una valoración justa:
Como sujeto, el enemigo es algo necesario
tanto para el intercambio productivo, como
para el desarrollo sano de una personalidad
bien armada.
La experiencia histórica, demostró que aquello
de “al enemigo ni justicia” no funciona, salvo
que se lograra exterminarlo por completo, hasta
sus larvas…
Pero tampoco sería auspicioso; lo necesitamos:
Si algo aprendimos de la historia, es que
la necesidad de identificar al enemigo es mayor,
incluso, que la de combatirlo. A menudo, es lo
único que nos une y nos define.
Luego, habrá que hacer justicia y confiar en ella,
aún cuando estuviera cooptada por el enemigo.
II
Debemos desconfiar de quien dice no tener
enemigos; es probable que tampoco tenga amigos,
ni empatía.
Los apáticos, suelen ser también incompetentes:
El enemigo es esencial para la competencia, que
es lo único que impulsa el desarrollo.
Hay una necesidad recíproca y dialéctica: No se
puede concebir la evolución sin enemigos (es
natural que haya grupos marginales que rechazan
el mandato evolutivo)
El desarrollo de nuestras capacidades naturales
y adquiridas, como nuestras mejores artes, no
habrían tenido lugar sin la participación de los
llamados predadores: esos enemigos estimularon
nuestro ingenio, astucia, inteligencia y capacidad
de adaptación.
Nuestros predadores naturales no eran pocos:
especies de gran porte, temibles criaturas que nos
superaban en todo, menos en astucia, ingenio y
aptitud competitiva.
Pudimos con todos ellos, y evolución mediante,
resolvimos en problema de esos predadores,
cuyas especies nos resultaban ajenas, y pudimos
desarrollar los nuestros, que hablan nuestro
mismo idioma y comparten nuestro sentido de
pertenencia a la especie superior.
III
El enemigo, además, es intercambiable. Podemos
reemplazarlo a lo largo de la vida y cultivar nuevas
enemistades:
El enemigo no es para toda la vida.
El enemigo muta, no es siempre el mismo, como
nosotros. La evolución es un proceso dinámico:
No sería saludable conservar los mismos enemigos
de hace 20 años. El crecimiento personal, suele ir
acompañado por el cultivo de enemigos de mayor
envergadura; más capaces y competentes.
Llegando a un punto superior de la evolución,
el ciclo se completa y no hay mucho más que hacer:
Son ellos, o nosotros. Ahí acaba todo y se dirime
el conflicto. El resto es pura especulación teórica,
arbitrariedades sin sustento y batallas culturales
propias del discurso ideológico.
A la hora de la verdad, no hay muchas vueltas:
Son ellos o nosotros.
(Es de esperar que se impongan los mejores,
como siempre ocurrió...)
No hay comentarios:
Publicar un comentario