(Remigio Remington)
Tendemos a la perfección
cuando dudamos.
Luego se disipa la tendencia,
pero es algo provisorio:
las dudas se renuevan.
Rodeados de material dudoso,
un conocimiento parcial nos
impulsa a conocerlo todo
y mejorar la relación con el
mundo desconocido:
Ambas cosas nos resultan impracticables,
pero creemos que todo puede ser mejor
en un futuro.
Sabemos que hay suficiente materia,
que su cantidad es estable y que hay
antimateria:
Cursamos dudas que el futuro despejará;
hay tiempo y el horizonte luce despejado.
El espacio es pura evolución; confiamos
en nuestros instrumentos de última
generación para medir todos los cambios
y adoptar las medidas apropiadas.
Confiamos en nuestras propiedades
y en la voluntad de seguir generando:
Todo gira a nuestro alrededor, tal como
debiera. Lo podemos verificar.
Una molécula de baba nativa
contiene células, orgánulos y material
genético rico en información para
disponer libremente.
El vacilar autóctono del mundo,
con su rostro insípido y atónito
y su ritmo monótono e idéntico
a sí mismo, reproduce las tensiones
que mantienen este equilibrio póstumo:
Gocémoslo, no sabemos cuanto puede
durar (son pocas las duraciones que
conocemos en forma precisa y fehaciente:
la duda tiene una duración variable)
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