(Tomás Lovano)
Un ávido y un ávida
buscaban en el bosque
las voces de sus nombres
verdaderos.
Un ávida y un ávido
jugando como aves avidosas,
hacendosas, nemorosas
de las que a veces vemos
entregadas al juego sin motivo
y a veces ni las vemos ni oímos,
distraídos en nuestro propio
bosque de problemas verdaderos.
Ávidos y ávidas pueden cambiar
de género y mantener la avidez
que se percibe en estas lineas:
es uno de los juegos permitidos.
Unas y otros intercambian voces
más ávidas o menos mientras pasan
como aves de paso por el juego
de la vida.
El bosque es el mejor lugar
para esconderse, y jugar a la
escondida.
¿Qué motivos verdaderos hay
para no jugar?
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