(Ermindo A. Renomé)
Acá andamos, tirando para no aflojar.
Dijo el buey overo, anticipándose a la
pregunta acostumbrada en estos pagos:
¿Cómo va?
Hablando de bueyes perdidos, todos
nos hemos perdido alguna vez, o bien
perdido el hilo de la conversación (un
hilo es algo fácil de perder)
Más difícil es perderse en el inicio,
pero las respuestas mecánicas funcionan
así, uno las emite sin pensar mucho, y a
veces puede adelantarse o atrasarse
y quedar desfasado.
De todos modos, no cambia mucho el sentido;
igual se entiende: No hay demasiado que
entender en este tipo de intercambios formales
y banales, que suelen explicar la mayor parte
de nuestro material discursivo intercambiable.
Tampoco espera mucho quien pregunta: En
realidad, poco le interesa saber cómo le va
al otro, sea buey, cristiano o bataraza.
Es sólo una formalidad, una fórmula de uso.
Tampoco se puede pedir mucho al buey:
Ya bastante tiene con seguir tirando, cuando
hay tantos que venimos aflojando parejo.
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