(Horacio Ruminal)
No es bella ni sublime
la risa de Dios.
No, aunque algo tiene
de especial, es contagiosa.
Casi no se la conoce, no es
propenso a reír: un dios no
se ríe de cualquier cosa.
Impresiona una risa desdentada,
después me explicaron y entendí:
No necesita dientes, no mastica
ni digiere materia su metabolismo
Divino.
Luego, sería una ostentación dudosa
exhibir una dentadura perfecta (nada
Suyo puede no ser perfecto) y, a la
vez perfectamente inútil.
Hasta podría provocar alguna risa y,
además, contrastaría con la humildad
que siempre pregonó:
La Humildad de Dios es infinita; nadie
entre nosotros, ni siquiera los poetas,
podrían competir con Él. Sería
irrisorio.
La risa, el sarcasmo, la ironía, son
expresiones humanas que no pertenecen
a la categoría divina y casi a ningún otro
animal conocido:
Tal vez nos hayan sido otorgados como
un don, para aliviar las penas en este valle.
No se puede decir que sea bella, sublime
ni atractiva la Risa Divina, pero algo tiene:
Es contagiosa.
Yo me tenté sin querer y no podía parar
de reír a Imagen Semejanza, hasta perder
los últimos dientes.
Ahora no me río, salvo cuando estoy solo.
No me complace compartir esa falta.
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