(Epifanio Weber)
Abstemios pertinaces
redoblan sus apuestas infructuosas
hasta la ofrenda del epítome,
que repite dosis recomendadas
como esfínteres, con un desvelo
impropio de anfitriones y terceros.
Doblegada la duda
en sus tres elementos que resuelven
con fluidez impar, la última gota
queda suspendida a la espera de
la espuma que responda a la pregunta
primordial, anterior al verbo:
¿Conoceremos todas las propiedades
de la carne? ¿Habrá más por conocer?
¿Conocemos las mismas necesidades
del gusano?
¿Cuál es la cantidad de angustia que
libera un poema sano al consumarse,
para poder agusanarse?
El gusano se toma su tiempo, no lo
midas con tus patrones:
Se arrastraba con pericia y experiencia
mucho antes de que conociéramos el
sabor de la tierra.
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