(Serafín Cuesta)
El adjetivo arracimado
promete más que otros,
ahí está:
Agazapado, espera la ocasión.
Sabe esperar, mimetizarse
entre sus pares.
No siempre es útil esperar,
hay muchas promesas que aún
esperan.
El adjetivo renueva su promesa,
es siempre una promesa en expansión:
Puede aumentar la calidad del sustantivo
y su volumen significativo. Sabe ponerlo
en tensión contra sus límites.
Ser adjetivo es más excitante
que ser verbo, constreñido a repetir
siempre la misma acción o función,
sin emoción ni matices.
Aunque se trate de un verbo sometido
a la emoción, como amar (es poco lo
que puede prometer un verbo)
Se sabe poco del amor, se lo suele
confundir con sumisión; lo que no impide
que cumpla su función como sustantivo:
(algunos prometen más de lo que son)
Hay amantes para todo, y verbos
con más funciones que sentidos.
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