(William Arsenio Pereira)
-Mire, Eusebio, una estrella fugaz…
-No la veo.
-Bueno, ya no la va a ver: es fugaz
porque la vemos sólo un instante. En
realidad es una estrella que cae, es muy
probable que siga cayendo aunque no
la veamos.
-Son muchas, todo el tiempo ha de estar
cayendo alguna, es lógico. No podemos
registrar todo lo que pasa a esa distancia;
apenas si percibimos una parte de lo que
pasa acá, a nuestro alrededor.
-Ahora hay que pedir un deseo.
-Yo no la ví…
-No importa, estábamos juntos; es como
si la hubiera visto: ella no puede saber
que no la vio.
-Vea, no creo en esas pavadas:
son supercherías.
-¿No pide?
-Sólo le pido a Dios.
-Ah, eso es un poco más serio ¿Y qué le
pide, si se puede saber?
-Por la paz en el mundo, las buenas cosechas
y que nos libre de nuestros enemigos.
-Es generoso para pedir… ¿Y no pide nada
para usted?
-No, sólo salud, dinero y amor.
-Se conforma con poco…
-Sí, soy un hombre humilde, no tengo
mayores pretensiones. Ya es bastante
poder ver las estrellas.
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