(Aparicio Custom)
Este producto ha conquistado
una fama envidiable, rezaba
una publicidad antigua:
Un linimento que prometía matar
todo dolor (Para vivir sufriendo,
es mejor volver a la muerte)
Nadie sensato desea sufrir más
allá de lo razonable, salvo los
fundamentalistas religiosos, que
creen en la trascendencia a través
de sucesivos padecimientos,
(Teresa de Calcuta amaba ver sufrir
a los pobres) o los que enarbolan
ideologías que sacralizan el sacrificio
como medio de superación individual.
Hay quienes piensan que este mundo
se sostiene tal como es, gracias a que
una buena parte acepta como verdad
esta premisa religiosa:
Venimos a sufrir.
El linimento ofrecía algún alivio
y conquistaba una fama envidiable
en aquellos tiempos.
Hoy disponemos de recursos mucho más
sofisticados, para alivio de todos.
Pero siempre hay algo que envidiar:
La sana envidia nos impulsa a ser mejores,
superarnos y elevar la vara para resultar
cada vez más competentes y competitivos.
Hasta podríamos conquistar una fama
envidiable, gozar de la fama tanto como
de la envidia ajena, y hasta de los que sufren
el aumento del costo de la vida y de sus
linimentos.
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