(Amílcar Ámbanos)
Hijos ojivales
solfean lluvias submarinas
como flechas flacas.
Flechas blandas que blandimos,
flechas huecas que acunamos
y blandiéndolas,
en dirección soluble pero opuesta
precipitan como brevas.
Flechas trémulas e hirsutas
propicias al ritual rutinario
de cualquier celebración humana
o su equivalente.
Flechas puras y benditas,
oblongas y versátiles
cuyos bálanos vacilan hacia
el cielo, solfeando las distancias
compartidas brillando como esquejes:
ejes insepultos que anuncian la partida
(Es todo lo que podían hacer)
¿Qué eperabas?
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