martes, 9 de septiembre de 2025

Confesiones de un ex muerto

 

(Emelio Casenave)

 

Dios no envejece como los Papas,

es el mismo de siempre y no se le

notan los años.


Nadie sabe cuántos son, pero podrían

ser muchos más.


Nunca envejeció, me lo contó uno

que fue y volvió: estuvo clínicamente

muerto como veinte minutos, aunque

ni se dio cuenta; dice que no es nada.


Ahí lo pudo ver, como si fuera un sueño.

Estaba tranquilo, escuchando cantar a

un oriental, Julio Sosa, el varón del tango

en “Que me van a hablar de amor”


Es su preferido, según le contaron otros

parroquianos. Se encontró con algunos

conocidos y también lo vio a Víctor Sueiro

con su sonrisa bonachona y sus anteojos

culo de botella.


Siempre vuelve a contar cómo volvió

de la muerte varias veces, hasta que

decidió quedarse para poder repetir su

historia entre los muertos, un público

que siempre se renueva.


No, Dios no envejece, ni pierde la memoria.

El deterioro cognitivo, la pérdida de masa

muscular, las cataratas y la osteoporosis, así

como la hiperplasia prostática, la demencia

senil y la corrupción de la carne, son producto

de diseño:


Creaciones luminosas emitidas con Amor

Infinito, propias del Diseño Divino, que es

perfecto.


El resto de nosotros, está elaborado casi

a imagen semejanza.

 

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