(Horacio Ruminal)
Más allá de toda división,
todos somos dadores y receptores,
en distinta medida, por encima de
nuestras diferencias constitutivas.
El intercambio, que nos hace dadores
y receptores, es anterior a la palabra;
El comercio carnal y el metabolismo
son formas de comunicación.
Todas nuestras formas de comunicación
son más antiguas que el discurso hablado.
Como los lazos de sangre, cuyo origen
se confunde con la propia sangre.
El comercio de la sangre es, también
bastante antiguo. Podemos recibirla, o
darla, según el grupo y factor:
La sangre ya nos dividía, cuando aún
no sabíamos dividir, ni gozábamos de
la división del trabajo)
Dar y recibir son acciones simples
e interdependientes, que sostienen
el entramado de todas las relaciones
que nos afectan, y de toda otra posible
entre pares, impares, etc.
Todos tenemos algo para dar:
Se puede dar crédito, dar órdenes, dar
lástima, dar muerte, vida, asco, y dar
respuestas inverosímiles.
Es probable que siempre hayamos sido
dadores y receptores, incluso antes de
sospecharlo, aunque no sabemos en qué
orden.
No hace falta conocer el significado
de la palabra inversión, para dar y recibir.
Más allá de todas las divisiones conquistadas
a través de distintas etapas de la evolución
histórica, la práctica de dar y recibir parece
habernos acompañado siempre:
Algunos antropólogos afirman
que antes de constituírnos en predadores
naturales universales, ya éramos dadores
y receptores.
Aunque hay opiniones divididas.

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