(Tomás Lovano)
Hondas horas
doliendo en el durar
dorado que el reflejo
horada.
Enlutado el lodo
adivinándolo a altas horas
Ondas al tono pernoctan
en un charco de divino lodo,
ondas oreándose desnudas
como hordas aisladas, sordas
que vuelven del pasado
a un ritmo envolvente,
ligeramente abovedado,
Vuelven a devolver el reflejo
adivinado de aquellas horas
pares, como párpados pareados.
Hondas horas que perduran
en el dolo sin devolución,
enlodadas hondamente
apareándose en el eco
que no dice, doblegado,
en esa calle sin detonar.

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