(Elpidio Lamela)
Eres lo que lees,
no leas sin mirar.
Sé selectivo: Descarta
lo que no te eleve.
El buen lector, no es
el que lee mucho, sino
el que sabe lo que lee.
La calidad amplía la conciencia
del ser en el mundo, y el mundo
de lo posible se expande. No así
la cantidad:
La cantidad no cuenta.
El mundo es uno,
con sus maravillas y miserias:
Elige lo que incorporas.
No hace falta leerlo todo:
El hábito de la lectura no produce
mejores sujetos por sí mismo. Hay
que saber elegir:
Leer es fácil, aunque escribir lo es
más. Eso explica la cantidad y el
consumo sostenido.
Somos lo que leemos, aunque no
necesariamente lo que elegimos.
El buen lector, sabe que la mayor
parte de la literatura es prescindible,
y la carrera del lector es la más difícil
(lo sabe por haber leído a Macedonio,
aunque eso no lo convierte en Macedonio,
quien lo probó lo sabe)
Desarrollar un criterio propio y confiable
lleva su tiempo. Hay que leer bastante para
obtenerlo.
Luego, a medida que avanza en la carrera
elegida, el lector se vuelve más selectivo
y descarta mucho más de lo que lee.
Llegado un punto, hay sólo dos opciones:
La relectura, a la que siempre se puede volver
es una práctica segura.
La otra, volcarse a la escritura:
Nadie es lo que escribe.

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