(Serafín Cuesta)
En mi barrio, se ha perdido
la costumbre de caminar derecho.
Hacerlo resulta peligroso,
se puede aventurar.
Yo, que siempre mantuve una línea
de conducta como peatón, y persisto
en andar derecho por la vida
y procuro mantener mi andarivel,
ya casi no me aventuro a caminar
las calles de mi barrio.
No tengo la cintura, ni la ductilidad
de un joven para esquivar bultos
o cuerpos que se cruzan sin motivo.
Y sospecho que me ven como un
peligro, por mi conducta diferente.
Prefiero evitar el contacto estrecho
y mantener una distancia saludable,
más allá de tendencias y pandemias.
Tengo una línea de conducta:
Siempre caminé derecho, con o sin
motivo, y no voy a dejar de hacerlo
sólo porque todos hayan perdido el
rumbo.
El que no sabe por dónde va
es mejor que no salga.
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