(Aparicio Custom)
El crecimiento exponencial
de la masa encefálica de una cucaracha
doméstica, inducido artificialmente en
el laboratorio mediante técnicas avanzadas
de manipulación genética, un invalorable
aporte de la biología molecular, ha arrojado
resultados sorprendentes:
La cucaracha, no sólo mostró ductilidad
para articular pensamientos bastante elaborados,
sino que incorporó sin dificultad la lógica
del lenguaje humano, valga la redundancia,
expresando su entera disposición a colaborar
en el evento.
Además, logró superar las distintas pruebas
evaluatorias a las que fue sometida para establecer
su coeficiente intelectual, dando muestras de una
inteligencia superior a lo previsto.
Tanto es así, que después de haberlas superado
a todas, pedía que le trajeran más, y lo hacía en
un tono sarcástico, no exento de burla.
Perplejos, los científicos no sabían si celebrar
el éxito obtenido.
Ella, por su parte, parecía seguir autopercibiéndose
cucaracha, pero su cuerpo se veía alterado y había
perdido parte de su estética original, con el volumen
desmesurado de su cerebro, que seguía creciendo,
aunque todavía caminaba.
Los hombres de ciencia, no pudieron dejar
de reconocer que esa inteligencia era equivalente
a la nuestra y acaso superior. Pero descartaron
que fuera capaz de desarrollar principios éticos.
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