(Tomás Lovano)
La suerte nos pone a prueba
a cada paso:
Aún cuando elegimos el estado
de reposo. No sé si lo elegimos,
pero hay que probar suerte.
Vivir es elegir: es todo lo que hay
que saber, a menos que seas un
elegido, me dijo un candidato a
algo en una ocasión.
Recogemos adhesiones
para que nos pongan a prueba.
A veces, aprobamos con lo justo.
Pero lo justo nunca es idéntico;
dependemos de la suerte: las
condiciones cambian y se ajustan.
Apostamos, entre suerte y verdad
preferimos la suerte: Un golpe de
suerte es mejor que enfrentar una
verdad, y golpearse.
La suerte es ambigua, impredecible
y siempre se puede volver a barajar
y dar de nuevo.
Volver a barajar no es ocioso,
es un trabajo a repetir: Todos los
trabajos son a repetición, esa es
su esencia; y barajar no es lo más
trabajoso entre lo que se puede
elegir.
Hay que trabajar la baraja
para que la suerte cambie y no
se repita:
Trabarajar, baratrabarajar, trabar
sentido con las trampas que esconde
la baraja:
Quien no trabaja no puede esperar
nada. La suerte no descansa ni está
echada, la verdad tampoco.
Hay que volver a barajar hasta
que se alíneen los planetas:
Ellos tienen sus órbitas, su único
trabajo es repetirlas. Nosotros, por el
contrario, estamos sujetos a esta suerte
que nos pone a prueba a cada giro.
Estamos de paso, estamos a prueba.
Podemos barajar y dar de nuevo
con distinta fortuna, salvo que uno sea
un elegido:
Ésto podría resultar excitante, acaso
más que cualquier otra verdad.
Dependemos de la suerte, pero hay
que ayudarla y trabajarla:
Trabaja tu baraja con esmero,
sin doblegarte y tendrás tu recompensa:
Sólo el trabajo dignifica, siempre
que sea un trabajo digno (una cuestión
de suerte)
No hay comentarios:
Publicar un comentario