(Carlos Inquilino)
Aumentó el precio de la carne.
Aceptamos que es algo natural:
la carne es parte de nuestros
recursos naturales.
Procedemos del comercio
de la carne, un denominador común:
Sólo eso nos iguala, después
todos somos únicos.
Podemos reproducirnos, pero no
repetirnos:
Todas nuestras reproducciones
son parciales como réplicas.
A la sazón, somos unidades
intercambiables y nos une
la pertenencia a un lugar común,
un orden superior:
La Biomasa Madre.
Intercambiamos experiencias, objetos,
valores, tiempo y poco más.
Reconocemos un valor a cada objeto
y en cada sujeto.
Aunque mantenemos profundas diferencias
sobre el contenido de esa palabra -valor-
tal vez con más funciones que sentidos.
Sin embargo funciona, y nos permite
funcionar con normalidad como valor
de cambio.
Somos funcionales al intercambio,
activo o pasivo: Procedemos del
comercio y tributamos a un metabolismo
particular, que define nuestro comercio
con el mundo y sus sentidos.
(Hay comercios más y menos gozosos)
El resto es metáfora, material de intercambio
que circula en un sentido u otro, productos
residuales de quienes gozamos del comercio
de la palabra.
Todas nuestras propiedades están vinculadas
al comercio: Lo único propio y no negociable
que atesoramos como sujetos, está dado por
el intercambio.
Necesitamos incorporar, para poder emitir.
Sin intercambio no hay vida.
Somos este negocio, el resto va y viene:
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