lunes, 27 de mayo de 2024

Las feromonas de la fe

 

(Serafín Cuesta)

 

Desempolvé mi fe

en el polvo y superé

otra crisis terminal.


Hay que volver al polvo primordial,

la fe es el combustible de los dioses,

su condición es la pasión:


Sin ella, la vida se disipa en presunciones

vanas y trámites absurdos.


Hay que volver al polvo primordial:

En un principio no había nada,

sólo polvo cósmico.

El resto era futuro.


La muerte no existía y todo estaba

por consumarse. Pero la fe fructificó

y el mundo se pobló de plantas, dioses,

animales y bacterias a imagen semejanza.


Se necesitaba una criatura superior

que dispusiera de toda esa riqueza

y organizara el mundo:


El hombre inventó el trabajo,

y vio que era bueno.


Pero no se conformó, y vio que podía

ser mejor dividiéndolo.


A partir de entonces, su conciencia no descansó

en ningún cociente ni descansó en la producción

de nuevas divisiones: Gobernar es dividir,

pensó y vislumbró que todo lo visible

era también divisible:


Todo se divide, hasta el polvo, la molécula

y el átomo: La división es la función divina

por antonomasia, verificó con fe.


Ahora sabemos diferenciar el polvo natural

del artificial. Hay polvo enriquecido y polvo

residual, polvos tributarios y fiduciarios.


Está el polvo bruto y el polvo elaborado,

así como sus subproductos: polvo propio

y ajeno, polvo reciclable y polvo irreductible

más el polvo enamorado que no tiene

vencimiento.


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