(Aparicio Custom)
Somos mayoría
los que deseamos la ideología.
Disculpemé, preguntó un curioso
al portador de la pancarta ¿Cuál
es la ideología que está promoviendo?
-No importa, compañero. El mensaje
es más profundo que eso, se trata de
buscar la unidad: todos tributamos a
alguna, no nos engañemos. Fuera de
la ideología, no hay nada.
-¿Está seguro?
-Vea, la seguridad es un concepto
ideológico. Lo único seguro es la
ideología, en cualquiera de sus versiones.
No sé cuál es la suya.
-No sé, tengo mis dudas. La verdad, sufrí
muchas decepciones; prometen una cosa
y después…
-No se engañe, compañero. Es la ventaja
de las ideologías; nunca son lo que parecen,
como la vida misma, tienen contradicciones.
Por eso sobreviven, se adaptan y nos mantienen
en estado competitivo.
-Eso es puramente ideológico, no hace falta
saber latín. No dé más vueltas, amigo, y
confiese su verdadera ideología.
-No hay ideología verdadera, eso es un perfecto
oxímoron. Soy del partido de todos; la verdad
es otra cosa, y nunca fue accesible a las mayorías.
No se engañe, compañero.
-Si las ideologías son un engaño, lo suyo es aún
peor promoviéndolo, y pretendiendo quitarles su
esencia, que es la confrontación: Toda creencia
ideológica necesita negar a las otras, eso las
sostiene y les da sentido. No me engaño, y no
soy su compañero; no comparto esa ideología.
-Todavía no, a eso hay que darle tiempo. Y no
podría compartirla porque no la expresé aún
en toda su magnitud. Es cierto que las ideologías
confrontan, pero el término compañero tiende a
borrar las diferencias: Si todos nos reconocemos
compañeros, todo lo demás pasa a un segundo
plano y se crea la ilusión de unidad. Hay que sumar...
-Eso ya fracasó, compañero...
No hay comentarios:
Publicar un comentario