(Periferio Gómara)
Me dí a darme sin medida
todo lo que necesitaba
para no necesitar.
No necesité medir mucho:
Fue una buena medida,
era justo lo que necesitaba.
Las medidas justas suelen ser
buenas, aunque las buenas medidas
no necesariamente sean justas.
Es difícil ser justo en todo sentido,
tanto con los otros como con uno
mismo: Hay muchos sentidos.
El sentido se produce en la conciencia,
y ahí no hay un patrón de justicia:
Cada uno tiene el suyo propio, obtenido
de distintas formas y sujeto a cambios
en sentido histórico, y según las condiciones
del entorno, es decir, otras conciencias.
Cada comunidad, grupo, familia, sociedad
tiene sus propios criterios de justicia.
El individuo los adopta, reproduce, y
en algún caso altera o reformula, para
adaptarlos a la propia necesidad
de su conciencia en desarrollo.
En alguna medida, toda conciencia
es producto del intercambio, como
los cuerpos orgánicos con o sin
conciencia.
Sólo somos conscientes de una parte
del intercambio que cursamos,
de cuyo desarrollo dependen
todas las funciones, hasta las más
inútiles.
En alguna medida, podemos afirmar
que sólo el intercambio es útil:
Sin él, no tendría sentido la producción,
ni el trabajo y no tendría lugar la
producción de utilidades.
La conciencia se adapta a las condiciones
del intercambio, que son dinámicas:
Es lo que queda como activo,
o saldo metabólico de esa interacción
que fluye y nunca se completa.
Debemos ser mesurados.
Sólo podemos medir lo que existe:
Lo que no se puede medir, no existe.
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