(Serafín Cuesta)
Coleccionaba virtudes
de distinto calibre.
Había ido ampliando
en el tiempo la colección
hasta un volumen aceptable.
Eran bastante diversas, algunas
no tan reconocidas: Una buena
colección tiene que tener de todo.
Reconozco que entre ellas, una
parte podía resultar dudosa
para alguien ajeno al tema, que
los hay y no son pocos.
En realidad, las virtudes conocidas
no son tantas, y las reconocidas
aún menos.
Era una colección interesante, me
inclino a creer, aunque no pude
completarla:
Llegado un punto, advertí que era
una colección inútil. En verdad, me
lo hicieron saber; no fue por virtudes
propias que lo reconocí, reconozco
que no.
Saber reconocer es también una virtud,
aunque ya no colecciono.
Habrá otras cosas que coleccionar, pero
siempre hay algo que rescatar del fracaso:
Me sirvió para aprender que antes de
comenzar a coleccionar nada, hay que
asegurarse de que sea una colección
útil.
Si no, es una pérdida de tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario