(Elpidio Lamela)
Goza el réprobo
el fracaso del probo.
Goza en silencio, como
lo hacen los que saben.
¿Qué sabemos del goce?
¿Es reprobable que se goce
del fracaso ajeno?
¿O cada cual es dueño de
su goce?
¿Está bien adueñarse y gozar
sin límite de lo adueñado, en
función del propio goce?
¿Hay un límite a la propiedad
del goce, o todos somos dueños
de gozar como infinitivo?
¿Hay un límite que aún se desconoce?
¿Gozamos por igual, dentro de nuestros
límites? ¿Gozamos todos de los mismos
límites?
¿Qué parte del goce se comparte?
¿Aceptamos que ninguna?
¿Hay un sentido propio en el goce
y su producción, así como hay un
goce en la producción de sentido?
¿Gozaríamos más profundizando
este sentido?
¿Gozaría el réprobo del fracaso
del probo si no hubiera sido
reprobado?
¿Debemos aceptarlo, aunque se trate
de un goce parasitario, porque es, quizás,
el único que conoce?
¿Cuántos parásitos conocemos
y aceptamos como necesarios
para el goce de un presente más
o menos saludable?
¿Gozamos de reconocimiento entre
otras formas de vida parasitaria?
¿Habremos hecho lo necesario para
merecer algún reconocimiento como
éste u otro no tan significativo?
¿Qué sabemos del goce?
¿Gozamos más de lo que sabemos?
¿Cómo medir la intensidad y magnitud
del goce?
¿Gozamos más que los peces y las aves?
No lo sé, quien lo probó lo sabe.
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