martes, 29 de octubre de 2024

Emociones que se pierden

 

(Serafín Cuesta)

 

El canibalismo ya no es

lo que era:  La socialización forzada

ha ido degradando y carcomiendo

nuestra relación con la emoción.


Antes, era común observar el

espectáculo de un prójimo devorando

a otro, con toda libertad.


El goce del consumidor se confundía

con el del observador ocasional, lo que

aseguraba la libre circulación del goce,

y la libertad de elección:


Podía identificarse, el observador

con cualquiera de las partes, según su

propia propensión nativa a oficiar de

víctima o de victimario, cuando lo

creyera oportuno.


La igualdad de oportunidades no se

cuestionaba, y se ejercía con toda

naturalidad.


Luego, la evolución determinó una

sucesión de diferenciaciones, que hicieron

de las sociedades humanas algo cada vez

más complejo.


Ahora, si bien la práctica del canibalismo

no fue abolida, ni desterrada y mantiene

su vigencia, ha adoptado nuevas formas

y se ha reconvertido:


Hay que observar tantos protocolos

que se pierde toda emoción, se desiste

del instinto y terminamos comiendo

cualquier cosa.


Ni el observador goza.


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