(Aparicio Custom)
Coleccionar es un verbo regular
y un pasatiempo sustentable:
No importa el objeto, nunca deja
de ser un acto de fe, al menos en
el futuro.
La fe siempre tuvo futuro, y es uno
de los pocos cultivos humanos que
sobreviven a los cambios históricos,
renovándose y adaptándose:
Nuestra especial capacidad de adaptación
nos permitió evolucionar hasta este
presente: ¿Cómo no seguir creyendo en
su cultivo? ¿Cómo abandonar esta fe?
El coleccionista es objeto de una aspiración:
Sabe, como sujeto que es imposible completar
ninguna colección. Sin embargo, espera:
No se detiene ni se desalienta ante las dificultades
y seguirá aspirando hasta el último suspiro.
II
El valor de una buena colección es siempre
relativo, como todos, y no menos subjetivo,
como la propia fe que anima a ese sujeto.
La fe es una llave poderosa: abre puertas
que nadie sabe adónde dan. Podemos dar
fe que algún día, las llaves serán cosa del
pasado.
Su natural evolución las tornará objetos
de colección, como tantos otros que supieron
perder su utilidad para la vida de los sujetos
en función.
No sabemos mucho sobre las colecciones
del futuro, pero conservamos la fe:
Los objetos de fe, habrán cambiado en el
futuro según la evolución natural, así como
nuestras colecciones: Nos guste o no,
nada volverá a ser lo mismo.
Sólo los verbos se repiten.
Las colecciones nunca se completan
en la vida, aunque hay bastante fe
en extender su esperanza, o al menos
una expectativa razonable:
La evolución, siempre ofrece argumentos
para el cultivo y desarrollo de la fe.
Confiamos en el futuro y las proyecciones
que respaldan los guarismos que nos ofrecen
nuestros algoritmos.
Nada nos impide coleccionar nuevos anacronismos.
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