(Periferio Gómara)
Hablemos de mi, dijo el muerto
a un semejante, que oficiaba de
interlocutor ocasional
(los muertos son propensos a hablar
de más cuando se aburren)
-Eso no tiene sentido, acá nadie se
interesa en el otro; carecemos de
interés, no nos compite y no hay nada
que podamos hacer en ese sentido.
-Pero yo recién acabo de asumir esta
condición, soy nuevo y tengo todo el
futuro por delante. Quisiera integrarme
para hacer algo: Los muertos también
somos parte de este mundo, y creo que
somos mayoría.
-Acá no sirven las mayorías, en eso no
somos tan distintos ¿O usted era de los
que creían en la democracia?
-Bueno, reconozco sus imperfecciones,
pero siempre fue una buena aspiración.
Sabíamos que la vida era lucha.
-¿Usted cree que lucho mucho?
-Algo habré hecho, siempre me interesaron
las causas justas. Si quiere, hablamos de mi
y le cuento.
-Preferiría no hacerlo. Acá no hay causas
justas, ni siquiera injustas, ni tenemos que
luchar: La muerte no es lucha, no sabemos
mucho más pero no podemos hacer nada.
Ni pensamos hacerlo, para eso estuvo la
vida: Cada uno la desperdició como pudo,
al menos acá nadie juzga, nadie es quien.
-Yo recuerdo que cuando no hacía nada
me aburría. A veces, hacía cualquier cosa
para no aburrirme.
-Acá no va a poder, pero puede aburrirse
sin ninguna culpa, y también arrepentirse,
no se pierde nada: No conocemos la culpa
ni la pérdida de tiempo; eso es lo que
sobra y es para siempre.
-Pero todos tenemos una vida en el pasado…
-Olvídelo, acá no hay pasado ni futuro.
El tiempo ya lo perdió, y no se recupera.
No importa lo que haya hecho con su
vida: Si tuvo una vida útil, o lo más útil
que hizo fue morir acá da lo mismo.
-Hay una parte que no entiendo…
-No hace falta entender. Vamos a tener
que dejar acá, ya me aburrí.
-¿Y que va a hacer?
-Nada.
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