(Serafín Cuesta)
El niño parece feliz
mientras destripa una lombriz.
Es algo natural, en su inocencia
él no distingue y cree que esa lombriz
también es un gusano.
Es algo cultural, si bien su educación
es incipiente, sabe que los gusanos no
son del gusto humano: No se comen,
y tienen malas costumbres.
No merecen ninguna compasión, aunque
se trate de gusanos sanos. Pueden parecer
inofensivos, hasta que nos agusanan.
Para el pequeño, es natural destripar
a un gusano, aunque sea una pobre lombriz.
Los mueve la curiosidad; la infancia tiene
sus formas de producir conocimiento.
Ignoran que toda producción tiene un costo,
y que las víctimas son algo necesario y
natural.
Con el tiempo, recibirá más educación
y podrá distinguir a un gusano de una lombriz
de tierra o una oruga.
Saber diferenciar es la esencia del conocimiento,
que podría hacerlo más o menos feliz
que una simple lombriz.
Pero ya habrá aprendido a destripar
todo lo que necesite.
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