(Remigio Remington)
De lo que no se puede hablar,
mejor es no decir nada.
Es decir, dejarlo a los poetas:
Nadie como ellos, para aventurarse
en el uso de la palabra sin decir nada.
Alguien tiene que hacerlo, y ellos
son más confiables que los publicistas
y los comunicadores.
A los vendedores de humo
no se los cuestiona, ya que nos
siguen resultando necesarios:
El mundo todavía se maneja
con señales de humo, provengan
de ataques preventivos, o se trate
de humo emitido en legítima defensa.
No sabemos mucho más del humo,
por tanto, es mejor no decir nada.
Sólo los poetas pueden hablar
de lo que no saben. Alguien tiene
que hacerlo, así como los trabajos
sucios.
¿Alguien tenía que decirlo?
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