lunes, 9 de junio de 2025

El valor de cambio: Reivindicación y elogio

 

(Aparicio Custom)

 

El valor de cambio permite

el intercambio de valores, sin

el cual ninguna sociedad podría

moverse ni desarrollarse.


El intercambio es fluido, y los

valores se ajustan al movimiento.


La vida es movimiento: la movilidad

social, descendente o ascendente,

reproduce el movimiento de valores

determinado por la fluctuación de los

mercados.


Si nada cambiara, no habría crecimiento

que justificara el aumento del costo de

la vida y subalternos.


A valores actuales, la vida vale poco,

pero el cambio significa una esperanza,

mucho más para quienes se encuentran

devaluados en el sistema de valores:


El aumento de la esperanza de vida

es un signo positivo.


En el intercambio productivo, algunos

resultan favorecidos, otros no. Hay quien

sostiene que el beneficio de aquellos, es

en desmedro de éstos:


Hay distintas interpretaciones posibles

e intercambiables.


¿Son siempre los mismos?


La pregunta no es válida: Las cifras suelen

ser engañosas y manipulables. La historia

del intercambio es compleja y rica en

contradicciones.


Pero sabemos que la asimetría en los beneficios del

intercambio, es condición necesaria para la función

del sistema de valores, regido por la acumulación,

la concentración y la expansión de la contradicción:


Siempre funcionó.


Para muchos, el cambio es la única esperanza.

Ante la crisis de valores, es natural que la palabra

cambio asuma mayor protagonismo, como promesa

y agregue valor como significante.


Ya no importa quienes están detrás de ella, quién

la emite y agita: El cambio ha evolucionado en

sujeto, y el sujeto es soberano.


Aparecen distintas fórmulas retóricas en torno al

cambio, sin que importe su signo, ni su sentido:

Compromiso por el cambio. Juntos por el cambio.

O el imperativo: Cambiemos (después vemos)


Ya lo habían estudiado los ideólogos del proceso,

la última dictadura: Estamos ante un cambio

cultural, informaba Martínez de Hoz.


Más actual, la candidata que perdió y se sumó a los

ganadores, proclamaba en su campaña. Bienvenida

la fuerza del cambio. Además de darse la bienvenida

a sí misma, sumaba otra contradicción no menor:

Es ahora y es para siempre.


Sí, ya lo había enunciado Heráclito, hace mucho: Lo

único que permanece es el cambio, en aquellos tiempos

cuando nadie hablaba del valor de cambio y no se

vislumbraba que nada fuera a cambiar mucho. 


¿Hay un cambio de época? ¿Era éste el cambio que

todos esperábamos? ¿O habrá que esperar otro?

¿Acaso no esperábamos el mismo cambio y lo único

que importaba era el tipo de cambio?


¿Para qué sirven las palabras?

¿Es más importante su valor de uso, o su valor de

cambio?


Por ahora, nos seguimos bañando en el mismo río,

algunos lo celebran y otros no, pero no está dicha

la última palabra, todo puede cambiar aunque no

vuelva a ser lo que era.


Lo seguro, es que las palabras son recursos

retóricos de gran utilidad, antes y después de

las batallas culturales.

 

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