viernes, 20 de junio de 2025

Alta la vara

 

(Epifanio Weber)

 

Alta vara, la de Álvara,

ella dibujaba las mejores varas.


Con altura, pasaba de una a otra

y siempre se superaba.


Álvara no se conformaba con lo

que hacía, ninguna de sus varas

la satisfacía por completo.


Sus varas eran las mejores y más

altas, pero ella iba por más:


No era de dormirse sobre sus laureles

ni de quedarse varada en una vara

bien lograda, almibarada por el éxito.


No tenía techo, Álvara, con sus varas

cada vez más altas y envidiables.


No tenía competencia, tampoco, y lo

sabía, pero también sabía que toda vara

es algo que merece ser superado.


Eso la impulsaba a superarse e ir por

más, sin medida.


La desmesura sostenía su carrera hacia 

lo alto, sin otra recompensa que 

su propio ascenso personal, elevando la 

vara y aspirando siempre a más.


Ahora, Álvara dibuja varas aceptables

y no para. Pero sus varas ya no son las

de antes:


Llega un momento, en que es difícil

sostener la competencia con uno mismo.


No sé si lo reconoce, ella sigue dibujando

varas sin parar. Hay que poner el cuerpo

y no aflojar, sostiene desde la punta de su

vara.


Alta vara, la de Álvara.

 

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