(Serafín Cuesta)
Los zurdos son un perfecto ejemplo
de la reproducción impune
del error no forzado.
Son inadaptados que persisten
en la incorrección a ultranza:
No quieren ser normales,
y pretenden que el mundo
se adapte a su necesidad
sesgada por defectos de origen
que no procuran subsanar.
No aceptan que el mundo eligió
la derecha y le va bien. A la vista
están los resultados:
Si todo funciona con normalidad,
deberían reflexionar y rectificarse,
para luego hacer una autocrítica.
Aceptamos que la libertad es un
bien supremo y cada uno es libre
de aceptar o rechazar casi todo,
nadie puede rechazar eso.
Pero el rechazo a la normalidad
no puede ser aceptado como algo
normal.
Seguramente, si todos fuéramos
diestros como debe ser, tendríamos
menos focos de conflicto, y nos
entenderíamos más y mejor.
Pero son personas irracionales y
egoístas, no les importa nada del
otro y no respetan la decisión de
las mayorías normales.
Sólo piensan en sí mismos, y lo
hacen de un modo sospechoso:
más con el corazón que con la
cabeza.
No quieren ser iguales a todo el
mundo, rechazan la igualdad y
parece que gozaran en diferenciarse
con su inversión anómala.
Sólo obedecen su deseo de expresar
contradicción, como si hiciera falta
ese capricho absurdo.
Ya se les va a acabar...
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