(Germán Singerman)
Hoy pasó un avión,
mi novia no lo vió:
pasó muy rápido; no
hubo tiempo de ennoviarse
y menos de buscar novia.
Era un avión a chorro,
de los de antes.
Dejó una estela que quedó
chorreando una cadena de
pensamientos vanos como
éste.
Antes era todo más simple,
no hacía falta bajar ninguna aplicación
para conseguir novia, o novio
(novies no había)
Nos asombraba el paso del
Zepelin o la aventura de ver
a otros viajar en globos
aerostáticos.
Las imágnes perduraban
y ahorraban explicaciones:
Un avión a chorro lo dice todo.
Es evidente que el
chorro es más
preciso que cualquier significante:
emisión y propulsión se unen
produciendo esa velocidad desmesurada
que sacude los cielos en su estruendo,
Ninguna novia o novio se preguntaba
qué era la barrera del sonido.
Ningún guardaberreras se lo preguntaba
a su novia o lo inverso.
Nadie se preguntaba, era un avión a chorro
y punto.
En el cielo pasan cosas asombrosas, aunque
no siempre las veamos.
Algunas las vemos pasar, como las
estaciones, las oportunidades y los
pasatiempos.
Era natural que pasaran estas cosas,
casi todo lo que pasaba parecía natural,
tanto como que cualquier hijo de vecino
remontara un barrilete o bien, saliera
en noviembre a buscar novia en edad de
merecer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario