lunes, 3 de octubre de 2022

Lapicera fuente

 

(Aquino Lamas)

 

La tinta no se mancha.


Decenas de cenas compartidas

por senadores de distinto signo,

cientos de sentidos por conocer.


Una palabra contiene muchas direcciones

pero yace como organismo inerte si está

sola; necesita asociarse para circular y

producir sentido.


No sabe estar sola, se percibe inútil,

por eso existen familias de palabras,

categorías y valores que hacen al libre

juego de la oferta y la demanda entre

sujetos de valor equivalente.


Algo similar ocurre con el sujeto:

No sabe estar solo, se percibe inútil

fuera del intercambio.


El sujeto hablante es condición del

intercambio, procede del lenguaje,

no como creación sino como efecto

o producto.


La palabra no crea, sólo produce y

reproduce efectos. Su esencia y

razón de existencia es la utilidad:

las direcciones posibles para entablar

sentido productivo y generar valor.


Por fuera de ese orden

son aceptados algunos desvíos,

como el discurso patológico

y el poético, de contornos difusos.




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