(Onario Untal)
Un talonario vacío
me interpela a pocos centímetros
de mi mano.
Un talonario no es una
unidad sellada como yo,
que al observarlo en función
extraigo pensamientos peregrinos
que no están en otra parte
ni en el aire, ni en el propio
talonario.
¿Hasta qué punto puedo afirmar
y asumir que está vacío?
No tengo una receta que justifique
lo que digo, o hago suponiendo
que es real ese vacío.
El vacío es buen conductor
de aspiraciones y emisiones
de distinto signo: no percibimos
el movimiento interno, pero el papel,
la celulosa, son células, moléculas
y átomos cargados de energía que
circula ahí dentro del vacío.
Una vez entablada la circulación
es posible asociar:
Hay más talonarios que recetas,
y más recetados que recetantes,
más subordinados que subordinadores
(podría seguir asociando y agregando
otras oraciones subordinadas)
Un talonario en blanco no es más
que eso: 80 hojas lisas,
80 cuerpos idénticos, apretados a sí
mismos, dando forma a otro cuerpo
de volumen superior que contiene
todo ese volumen de vacío.
También el vacío, y los cuerpos
dan lugar a la especulación:
Unos ochenta poemas
yacen en ese talonario,
a escribirse hasta completar
otro vacío.
Por último, un talonario total
o parcialmente vacío, sigue
siendo un buen combustible.
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